jueves, 3 de noviembre de 2011

Componente perversa



En los tiempos en que los juegos de ordenador eran estrictamente planos (2D) y con pocos colores, hubo uno del que ni siquiera recuerdo el nombre y del que no he encontrado ningún pantallazo (motivo por el cual uso como ilustración los 'space invaders').

En ese juego conducías una nave y la misión consitía en rescatar de un planeta hostil a los humanos perdidos; mientras sobrevolabas el planeta, unos platillos volantes te atacaban y de tanto en tanto se comían algún humano. El juego acaba cuando no quedan humanos en el planeta, sea por haberlos rescatado, o por haber perecido. Rescatar humanos daba muchos puntos pero comportaba también mucho riesgo, tumbar naves alienígenas daba pocos puntos pero era poco peligroso.

¿Qué hay de particular en ese juego? Las reglas. Aparentemente lógicas, te conducían a hacer lo contrario de la misión encomendada. A poco que jugaras descubrías que para hacer puntos era preferible olvidarse de los humanos a rescatar y dedicarse a tumbar naves enemigas; mientras quedara un solo humano lo que salía rentable era tumbar platillos volantes; cuando quedaban pocos humanos, podías defenderlos sin bajar nunca al suelo. Así se podían hacer partidas muy largas y sumar muchos puntos.

En teoría de juegos también se ha estudiado el tema de unas reglas de juego, o sistema de puntuaciones, que empujan hacia algo diferente de los objetivos declarados. Entre otras denominaciones, se le ha llamado 'componente perversa'.

¿Porqué me acuerdo ahora? Por el mundo en que vivimos, mirado como juego. "La soberanía está en el pueblo" pero quien decide son unos abstractos "mercados" de los que por no saber, no sabemos ni el nombre. ¿Slim? ¿Murdoch? ¿Botín? ¿alguién cuyo nombre no está en la lista de Forbes?

Como decía el superordenador en la película 'War Games' (Juegos de Guerra), hay juegos donde la única manera de ganar es no jugando.

4 comentarios:

  1. no puedes ganar, no puedes rendirte y no puedes salir del juego. La gente dice que las cosas van a cambiar, pero te miran como si tu fueses a seguir en lo mismo...
    Eso dice la canción el vídeo (cuando menos curioso) lo puedes ver aquí
    http://www.youtube.com/watch?v=6YrinCQOxB0

    si, es Michael Jackson....

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  2. Una correcta analogía de la actual sociedad. La solución, supongo, debe ser cambiar de sistema, de juego en este caso.

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  3. El mundo sería estupendo si hubiese la tercera parte de gente, qué digo, la mitad menos, 2/3 menos sería aún más maravilloso. Nos podríamos dedicar cada uno a lo suyo. El trabajo manual escasearía. Los salarios de los trabajadores siempre altos. La mayoría simplemente nadaría en abundancia. No pobres. Ni familias numerosas ni miserables cuyas bocas alimentar. Sobreexplotaríamos y la naturaleza nos lo agradecería, no habría porqué producir hasta el infinito, sobraría el tiempo libre para buena y ociosamentamente, sin apuros de competencia, innovar y experimentar otros azarosos recursos que resultasen interesantes. Cualquier recurso en estas condiciones podría ser algo rentable, e inagotable. Los débiles no serían ningún coste. Los acuerdos serían sencillos. Menos barreras y ninguna frontera. No clanes ni gobiernos en guerra. Sin problemas. Pocos y manejables. Tanta sería la riqueza que podríamos morir hartos. Pero somos muchos y en esta mentira global hay que convivir....

    Porque lo común es el problema. Y lo peor el hacinamiento en este ridículo planeta llamado tierra. Por eso hay que estar vigilantes. En una economía dirigida se puede justificar todo en aras de este bien común. Hasta el genocidio...

    El mercado es como el clima. Hay tormentas, chuvascos, viento, y días de sol. Pero su alternativa, a la realidad (que es lo que pesa y no la vida humana en el fondo fútil), es simplemente inadmisible. Una ficción, y la tiranía estatalista esa mesiánica solución.

    Como mensaje positivo, más transparencia y un regulador que se comporte correctamente como el árbitro del partido: sin protagonismos.

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  4. Anx: sí, el mundo sería estupendo si fuese de otra manera, si pudiéramos dirigirlo a nuestro antojo, o si -por lo menos- lo pudiéramos comprender. Hay lo que hay ... que, por lo menos en parte, depende de la mirada que le echamos. ¿o lo que percibimos no tiene nada que ver con nuestros temores y nuestras esperanzas?

    José Antonio: aunque sea una simplificación extrema, encontré esta analogía ilustrativa. Ahora viene la pregunta del millón, ¿como se cambia el conjunto del que uno forma parte? ¿quién le pone el cascabel al gato?

    Miguel: resulta difícil imaginar algo realmente nuevo, quizá porque muchas de las cuestiones que se plantearon hace cientos o miles de años aún siguen sobre el tapete. No puedes escapar ni rendirte ni dejar de jugar, otras palabras, más actuales, para lo que se planteaba Shakespeare (en los párrafos que empiezan por 'to be or not to be')

    Abrazos,

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