lunes, 23 de abril de 2012

Emic y etic



En las ciencias sociales el problema fundamental radica en el riesgo de que el estudioso  no pueda separar adecuadamente sus valoraciones personales de las que son propias de los actores que él estudia.

En antropología Marvin Harris popularizó el uso de la doble perspectiva, la emic y la etic, aunque el concepto lo había creado un lingüista, K. L. Pike. La denominación deriva de phonemics (fonología) y phonetics (fonética), la una atendiendo a los significados y la otra a las formas (pronunciación).

"... el antropólogo tiene dos formas de ver las cosas. Una de ellas es la que logra proyectando su mirada desde el interior del sistema, es decir, adoptando temporalmente los valores y las apreciaciones de los estudiados, a la cual denominamos emic. La otra perspectiva, llamada etic, es la que logra mirando al sistema desde fuera, es decir, como si el antropólogo estuviera fuera de la sociedad que estudia. La mirada emic es el resultado de la progresión científica de la antropología y es el resultado de una distinción fina y precisa que resulta inseparable de la ciencia antropológica en la actualidad"

"La perspectiva emic es la gran aportación de la antropología, la que brota de ese método de trabajo que denominamos con el nombre de observación participante. El antropólogo se integra en el seno de la cultura que pretende captar y se convierte en uno más de cuantos participan de la misma. De esta manera evita la distorsión de analizar los valores ajenos con parámetros propios"

"Sin embargo, el antropólogo, una vez que ha realizado su trabajo de campo, ha de llevar a cabo las imprescindibles comparaciones. Debe establecer analogías entre la cultura que ha estudiado y la suya propia. Y, además, entre estas dos culturas y las que conoce a través de la información que proporcionan otros antropólogos. Entonces, las visiones emic, suyas o tomadas en préstamo de otros científicos, deben ser conjugadas con algunas apreciaciones. El relativismo del que se ha valido el antropólogo para captar el punto de vista de los estudiados no debe ni puede ser absoluto. En definitiva, siendo imprescindible el punto de vista emic, el antropólogo no prescinde por entero de las observaciones etic acerca de una cultura."

Si la mirada etic es la de quien se sitúa en las cumbres de una supuesta objetividad, la mirada emic es la de quien desciende a las profundidades de la subjetividad.

Sorprendentemente, en psiquiatría (disciplina hibrida, a caballo entre las ciencias naturales y las ciencias sociales: Germán Berrios dixit) se ha desarrollado toda una psicopatología basada exclusivamente en la perspectiva etic, la de los manuales (DSM y CIE) que permiten diagnosticar atendiendo exclusivamente a la visión exterior de quién se erige en impoluto juez cuasi-celestial.

En este blog he citado varias veces un trabajo de Angel Martínes Hernáez en el que -en su doble condición de antropólogo y de psiquiatra- pone de manifiesto la diferencia entre ambas perspectivas, y la necesidad de ambas para evitar la confusión entre "guiños" y "tics".

Recientemente encontré un ilustración clara de lo que es y comporta una descripción exclusivamente 'etic'.

Es la noche del sábado, dedicada especialmente a un ritual sobrecogedor para nosotros, que es seguido fielmente por los devotos de cierto culto. Dos grupos de doce hombres, vestidos con ropas de diversos colores, ejecutan complicados movimientos dentro de un espacio cerrado. A veces responden a estímulos musicales aplicados mediante un primitivo instrumento por un hombre de aparente autoridad que, ayudado por algunos asistentes, supervisa su actividad.
    Rodeando enteramente el área dedicada al ritual, una congregación entona sus respuestas. A veces cantan, otras, gritan, otras, guardan silencio. Algunos agitan un instrumento que emite un sonido extraño. Es evidente que el coliseo de forma geométrica ha sido diseñado con mucha atención. A su alrededor hay insignias multicolores, banderas, estandartes, decoraciones cuyo fin es probablemente elevar la carga emocional del individuo y del grupo. El ambiente es aterrador, en parte debido a los bruscos cambios de emoción. La reacción de la gente a los procesos extatogénicos que se desarrollan ante su vista es tan explosiva de vez en cuando, que uno se extraña de que no invada el sagrado recinto. Los presentes manifiestan ora alegría, ora tristeza.

Somos espectadores de un partido de rugby iluminado por los focos. Lo único que falta en la descripción del espectador es el conocimiento de lo que ocurre y del porqué. Si tenemos este conocimiento, podemos identificar a los jugadores, a los aficionados, al árbitro y las líneas blancas. De lo contrario, continuamos:

Ahora un hombre se retuerce en el suelo, otro hace muecas, y el sudor le cubre la frente. Uno de los espectadores se golpea a sí mismo, otro golpea a su vecino. El tótem se levanta en el aire y es saludado por un terrible alarido de la multitud... Entonces vemos que se ha derramado sangre.
   
El texto precedente está sacado de un libro de Idries Shah dedicado ¡como no! a los Sufís. Ilustra a la perfección las retorcidas interpretaciones a las que puede llegarse con una visión exclusivamente externa.


(la imagen de la cabecera, "El Prado de los Sueños en Niebla" es de Sego y Ovbal)

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