jueves, 11 de octubre de 2012

Prevención en Salud Mental



La RAE define prevención como "Preparación y disposición que se hace anticipadamente para evitar un riesgo o ejecutar algo". Siempre se ha considerado que es preferible prevenir que curar (aunque frecuentemente olvidemos esta máxima).
Recientemente Ana Mató, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, decía que [la alta incidencia y el elevado coste social de las enfermedades mentales hace que] "trabajar para promover el estado de buena salud mental sea la mejor inversión que podemos realizar".

Si repasamos la blogosfera relacionada con la salud mental, constataremos que una gran parte de los posts  -y los de este blog no son excepción- hacen referencia a los apectos más conflictivos: el sempiterno estigma, la dominancia de bigpharma, los mitos sin base científica que campan a sus anchas, las locuras de algunas administraciones, etc.

Otra categoría de posts, más positivos, difunden experiencias que están dando buenos resultados, sea en el plano del trato, del tratamiento o de la organización; o bien destacan planteamientos teóricos especialmente esclarecedores.

Es menos frecuente hablar de prevención en relación con la salud mental. Es lo que hago hoy, desarrollando la parte final de la ponencia 'Salud Mental en Tiempos de Locura' que presenté al Seminario sobre Salud Mental e Intervención Comunitaria REVISANDO LA IDEA DE LOCURA, Organizado por ‘El Drago Servicios Sociales’ en Lanzarote el pasado Septiembre.


En relación con la salud física se ha difundido ampliamente la pirámide de los alimentos, (diferentes versiones: mediterraneadanesa, vegana). Se transmite en forma visual y resumida una serie de consejos relativos a la alimentación y que son importantes para el mantenimiento de la salud física. En la base de la pirámide lo que deberíamos consumir más, y en la cúspide lo que deberíamos consumir menos.  En relación con la salud mental elaboré algo parecido, esto es

La pirámide de las actividades
para una buena la salud mental


  • En la base tenemos las actividades cotidianas: laborales, aseo personal y cuidado de la vivienda, comidas, compras, etc. En relación con la buena salud mental -eso que la OMS define de forma parecida a la felicidad-  lo que resulta determinante es la manera como se realizan.
Las personas importantes otorgan importancia a todo  lo que hacen, sea dirigir una orquesta ante un auditorio de dos mil personas, o cepillarse los dientes. Parten de la premisa de que, si algo merece hacerse, merece hacerse con atención y cuidado. En el polo opuesto, las personas insignificantes son aquellas que consideran insignificante cualquier cosa que hacen.

La salud psíquica requiere que uno mismo se respete y se cuide; eso comporta respetar y cuidar todo lo que uno hace, sea una operación quirúrgica de alto riesgo o la preparación de un huevo frito. Si uno tiene un empleo con el que no está satisfecho, lo que tiene que hacer es buscarse otro; pero mientras tanto lo mejor para uno mismo es realizarlo con interés, incluso si ello redunda en beneficio de algún sinvergüenza.
  • En la primera planta tenemos las actividades de relación y de participación. Eso tan necesario para no comerse el tarro: actividades donde uno mismo deja de ser el centro de interés y pasa a ser tan solo una parte, pero una parte de algo mayor. Donde los demás nos hacen de espejo y nos ayudan a no dejarnos llevar por las fantasías (tanto del tipo soy master del universo como de su hermano gemelo no sirvo para nada y no le importo a nadie)

  • En la segunda planta tenemos las actividades de superación. El reconocimiento de que sea lo que sea que hayamos alcanzado, lo podemos hacer mejor. Mientras estemos vivos tendremos cosas que aprender y mejorar. Los seres vivos solo podemos evolucionar o degenerar. Podemos tender a ser mejores personas o a fosilizarnos y repetirnos hasta la tumba. Cualesquiera que sean nuestros campos de interés, ahí tenemos una oportunidad de superación.

  • Finalmente, en la cima de la piramide, en menor frecuencia pero no por ello menos importante, está la celebración de los logros –pequeños o grandes- que nos permiten estar orgullosos de nosotros mismos y asumir nuevas metas. Esto es el alegrase de estar vivo y de tener la oportunidad de superar los propios límites, de participar junto con otros en empresas más grandes y de hacer con interés las tareas aparentemente intrascendentes pero que son las que permiten la vida y su disfrute.

Razonar y explicar como llegué a elaborar este esquema sería más largo de lo que permite un post y seguramente sea innecesario. Así que me limitaré a razonar por oposición. Ahí va una fórmula infalible para la infelicidad y la mala salud mental:

Búsquese un trabajo alienante, donde haga algo que no le importe en absoluto y lo que haga no le importe a nadie. Mientras esté en el trabajo piense en otras cosas, nunca en lo que esté haciendo. ¿Qué más da como se viste o se asea? Total, nadie se va a fijar. No coma, engulla. ¿Reunión de vecinos? ¡Qué paliza! ¿Amigos? El único amigo es uno mismo. ¿Aprender? ¡Ya pasó el tiempo del cole! ¿Cuidarse? ¡Qué pérdida de tiempo! Y si, por alguna casualidad, algo saliera bién, no le preste atención, seguro que hay otras cosas que irán mal y de las que podrá quejarse.

Ayer, 10 de Octubre, fue el día mundial de la salud mental.



La ilustración de la pirámide de la salud mental ha sido gentileza de la genial pintora y arteterapeuta Chari Muñoz.

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